
El oído es el órgano de la audición y el equilibrio. Este produce finas capas impermeables de cera cerca de la entrada del canal auditivo, diseñadas para cuidar y humectar la piel del canal externo, y funcionan como mecanismo de protección para prevenir infecciones. Además, sirve también como barrera para evitar la entrada de insectos, bacterias y agua.
Esta parte del cuerpo tiene su proceso de autolimpieza, pero, si algo bloquea el proceso natural de la cera que se mueve hacia el exterior, puede causar problemas. Este es el caso del uso prolongado de auriculares internos.

¿Cómo afecta el uso de los audífonos?
En la mayoría de los casos, la mejor forma de controlar la cera es no tocarla. No se recomienda usar palitos de algodón con frecuencia, ya que esto puede hacer que vuelva a entrar en el canal auditivo.
El uso normal de audífonos de botón no suele causar problemas. Pero su uso prolongado, por ejemplo, si los dejas puestos todo el día, podría:
- Comprimir la cera, haciéndola menos fluida y más difícil para el cuerpo expulsarla naturalmente.
- Impactar el flujo de aire y evitar que la cera húmeda se seque. Cuando se conserva su pegajosidad durante períodos prolongados de tiempo, fomenta la acumulación.
- Atrapan el sudor y la humedad en los oídos, haciéndolos más propensos a las infecciones bacterianas y de hongos.
- Crear una barrera para la expulsión natural de la cera, que termina estimulando las glándulas secretoras y aumentando su producción.
- Reducir la higiene del oído en general, si las almohadillas de los auriculares no se limpian correctamente o si están contaminadas con bacterias o agentes infecciosos.
- Dañar tu audición si el volumen está demasiado alto.