
La Dra. Patricia Mulero levanta su voz como cirujana del Centro Médico Episcopal San Lucas de Ponce.
Reveló que el Centro Médico Episcopal San Lucas “me dio la oportunidad de cumplir mi sueño de ser cirujana”.
Con un compromiso lleno de responsabilidad y disciplina, la doctora del Centro Médico Episcopal San Lucas en Ponce, Patricia Mulero, enfatizó que practicar la Medicina requiere, sobre todas las cosas, vocación y calor humano.
“(La) Medicina es una profesión donde sacrificas muchas cosas por el bienestar de tus pacientes. Muchas veces, el tiempo que le podemos dedicar a nuestra familia es limitado debido al cuidado de estas personas. El poder impactar la vida de tanta gente a lo largo de mi carrera me ha hecho desarrollar mi vocación en el campo de la Medicina”, señaló Mulero en entrevista con Fidelity 97.5.
Estos sacrificios que narra la galena se traducen a una satisfacción excepcional en la que la tiene la oportunidad de percibir la mejoría de los pacientes que atiende todos los días.
“Mejorar la calidad de vida de mis pacientes es una de las mejores satisfacciones. Ver un paciente cuando es admitido y poco a poco va mejorando con nuestros cuidados e intervenciones me hace recordar día a día el por qué escogí esta profesión”, manifestó la joven doctora.
Por otra parte, Mulero reconoció la dificultad para obtener una posición en el campo quirúrgico en el Caribe y reveló que el Centro Médico Episcopal San Lucas“ me dio la oportunidad de cumplir mi sueño de ser cirujana”.
“El campo quirúrgico siempre ha sido un campo predominado por hombres. Poco a poco con el paso de los años más mujeres se han interesado en este campo. Para mí, es sumamente gratificante ser parte de este campo de la Medicina y poder dejar mi huella para el bienestar de los pacientes”, agregó Mulero, quien, durante los años que ha ejercido como profesional de salud, ha vivido diversas experiencias que le han enseñado a ser una trabajadora ética y dedicada.
“Durante mi rotación en intensivo tuve un paciente que estaba en estado crítico, sus pronósticos eran mínimos. Con la ayuda de todo el equipo, el paciente fue mejorando y llegó hasta irse de alta. Esa experiencia de cómo lo casi imposible se puede lograr y cómo somos instrumento de Dios en este campo, me hizo reafirmar que estaba en el campo correcto”, puntualizó la doctora sobre una de las experiencias de mayor aprendizaje que ha vivido en el Centro Médico Episcopal San Lucas.